on 2012/8/5 23:03:57 (882 reads)
BARRIOS DE VENEZUELA, UN SISTEMA DE JUSTICIA PARALELO
Es una realidad en nuestro país, que las leyes que se promulgan desde hace tiempo y las recientes, aun cuando pretenden o se publicitan ser participativas y con la finalidad de proteger los sectores más vulnerables de nuestra sociedad, NO SE APLICAN NI RIGEN en nuestros barrios, le son ajenas, no resuelven sus realidades.
Entonces nos preguntamos ¿Qué ley los rige? ¿Por qué no tenemos más conocimiento de solución de conflictos en estos sectores mediante la violencia?
Podemos compartir nuestra experiencia, y lo cierto es que el sistema legal establecido (ordenamiento jurídico positivo) no rige en nuestros barrios; simplemente en la mayoría de los casos no tienen acceso a la misma y no la requieren, no por no necesitar normas que rijan sus relaciones que si las tienen, sino por cuanto tales normas son de otra naturaleza, más allá de la promulgación de una ley.
Salvo en lo relativo a la delincuencia y el ámbito penal, que es un aspecto en suma complicado y obedece a otros factores, donde la ley de ninguna naturaleza rige, sino el más fuerte, el más violento, en las restantes relaciones hay un sistema legal paralelo, y sorprendería a muchos conocer que este sistema no es más que el Derecho Natural.
Entendiendo como este Derecho aquél fundado en la naturaleza humana, universal, anterior y superior al ordenamiento jurídico, incluso podríamos asimilarlo a lo que hoy conocemos como Derechos Humanos. Es el que no requiere norma escrita, sino el derecho que confiere el trabajo, el esfuerzo, los valores morales y éticos, el respeto ganado en la comunidad.
Es así como no se requiere un título de propiedad para ser propietario, sino haber demostrado en el entorno donde se desenvuelve el ciudadano haber poseído la tierra y haberla trabajado (sembrado, construido) con esfuerzo, eso es suficiente. Soy dueño y como dueño reconocido por todos, tengo el derecho a fijar el canon de arrendamiento, a pretender la devolución del inmueble cuando lo requiero o cuando el inquilino irrespeta sus obligaciones. Vender mi propiedad sin que nadie me indique cómo, negociar libremente con mi semejante las condiciones, a sabiendas de las limitaciones que cada quien tiene por conocernos, por estar involucrada aún la palabra.
Nadie se opone cuando es por todos conocido que si esa casa o habitación es mía y quien la ocupa no paga, debe salir, pues fueron testigos de su construcción con el trabajo, no es la imposición, sino el valor de los derechos adquiridos naturalmente ante todos los conciudadanos lo que confiere la ejecución de una ley no escrita. Quien no cumple, aún molesto, sabe que la razón de ese Derecho Natural le confiere al otro la fuerza, no la violencia, de exigir su derecho y le guste o no, es la razón de la justicia.
Están al margen de la Ley formal y material. Sí, pero hay ley: es el respeto, la moral en su esencia pura, sin contaminación de la viveza propia de quien pretende burlar la ley en su favor en detrimento de otros sin considerar los valores y principios que deben regir en la comunidad a la cual pertenecemos.
Nos preguntamos pues, ¿qué está fallando y que hay que cambiar en el sistema formal de nuestras leyes?
Los principios, la ética y moral. La discusión de las mismas con la participación de todos, reconociendo los derechos de las minorías, pero lo más importante que representen los intereses de cada uno de los sectores de la población. Sólo al ser aceptadas por toda la sociedad, serán respetadas, avaladas y regirán las relaciones a cabalidad de los ciudadanos en su convivencia diaria y necesaria para la paz social.
Abg. Teresa Borjes García