BESTIALIZACIÓN DE LA VIDA SOCIAL Y POLÍTICA

Con bestialización de la vida social y política no me estoy refiriendo a ninguna comparación –y mucho menos negativa- entre la vida humana y la vida animal. Me refiero a un fenómeno propio de la época moderna, que concierne a lo propiamente humano o más bien a la perdida de humanidad. Los antiguos griegos distinguían entre zoe y bios, con lo primero se referían a la vida biológica y con lo segundo a la vida humana a la vida en la polis, vale decir la vida humana propiamente tal era la vida política, el hombre como ser político, la otra era la nuda vida.

En la modernidad se operó una transformación radical puesta de relieve por filósofos como Foucault, como lo fue la unificación entre zoe y bios. Es decir, la confusión entre vida cívica y nuda vida, lo que derivó en importantes consecuencias políticas. El cuerpo asiento de la vida biológica se convirtió en objeto de dominación y control político. En las democracias liberales esto fue fundamento de derechos fundamentales, como el derecho a la vida, a la alimentación, a la salud y estos mismos derechos resguardaron a ciudadano del control biopolítico o por lo menos erigieron importantes barreras al avance del mismo.

Pero en los procesos autoritarios y totalitarios, las barreras al control biopolítico se disuelven y el cuerpo queda sometido a los más crueles procedimientos de control y dominación. La nuda vida comienza a ser regulada de manera exhaustiva con fines de determinar y someter a control hasta el milímetro la vida de las personas. La condición de ciudadano se pierde a favor del concepto de población empobreciendo de este modo de la dimensión de la vida cultural.

Este control biopolítico fue desde el principio un objetivo del régimen establecido por Hugo Chávez. Baste recordar como en sus largas cadenas pontificó sobre la manera en que las personas debían cumplir sus labores de aseo personal o las mujeres atender su ciclo menstrual. Despotricó con largueza sobre el consumismo capitalista, como si el consumo fuera una cuestión a ser reducida únicamente a necesidades estrictamente biológicas. Las misiones son el dispositivo más claro para ejercer control directo sobre el cuerpo en materia de control de “necesidades básicas” de la población pobre y someterla al control y dominación biopolítica.

Pero hoy vemos el control biológico de la vida humana en una dimensión ominosa y cruel. Cuando el régimen se deshace a pedazos como consecuencia de la implosión del modelo socio-político del socialismo salvaje en el siglo xxi; se acentúa de manera siniestra este control biopolítico cuando se manipula el hambre de las personas como un mecanismo directo de control del cuerpo para pretender permanecer en el poder. Vemos con estupor como el control biológico se ejerce y manipula de manera desembozada para la dominación política.

A lo anterior se suma la muerte como un mecanismo de control. No me refiero sólo al asesinato de las bandas, mega bandas y pranes para sembrar terror. Me refiero a la muerte como mecanismo político, tal como se ve en las consignas impuestas por Chávez: Patria, socialismo o muerte, victoria o muerte, patria o muerte, entre otras. Es la muerte elevada a ideal social. Es por ello que el chavismo se funde con el ideal de las bandas de narcotraficantes, donde la muerte se convierte en el acompañante permanente. La elevación de la muerte biológica a ideal político, no es más que el reconocimiento de que más allá del aquí y ahora inmediato no hay nada. A partir de ahí se postula una incapacidad para construir nada en la vida social y política, la posibilidad de conquistas superiores de la vida humana desparece en el inmediatismo de la muerte. El chavismo vive en un presente inmediato y eterno, y esto es lo que les impide concebir que su ciclo político acabo y que van a ser despedidos del poder.

El fracaso económico y político del chavismo determina su salida del poder. El mecanismo constitucional que prendió en el ánimo de la ciudadanía es el Referendo Revocatorio, pero la verdad es que la crisis es tan monumental que están abiertas las opciones. La modernidad democrática de la que Venezuela formó parte guarda una memoria que forma una defensa contra la pretensión del régimen de controlar por hambre a los ciudadanos. Estos se están revelando abiertamente, quieren votar, e impondrán la salida pacífica, constitucional, democrática y electoral, que dará inicio a una nueva Venezuela.

Contacto: aipop@aipop.org  / www.aipop.org                                        Pedro Vicente Castro Guillen