on 2011/5/2 10:48:55 (1036 reads)
El 1° de mayo de 1886, la huelga por conquistar las reivindicaciones obreras concretadas en la jornada laboral de las 8 horas, estalló de costa a costa en los Estados Unidos. Más de cinco mil fábricas fueron paralizadas y 340.000 obreros salieron a calles y plazas a manifestar su exigencia.

En Chicago, los sucesos tomaron rápidamente un sesgo violento, que culminó en la masacre de la plaza HAYMARKET (4 de mayo) y en el posterior juicio amañado, contra los dirigentes sindicales August
Spies, Albert Parsons, Adolph Fischer y George Engel, quienes fueron ahorcados año y medio después. Cuando los mártires de Chicago subían al cadalso, concluía la fase más dramática de la presión de las masas asalariadas por limitar la jornada de trabajo. Fue una lucha que duró décadas y cuya historia ha sido olvidada, ocultada o limpiada de todo contenido social, hasta el punto de transformar esta fecha en algunos países en un mero “día festivo”. Pero sólo recordando fielmente lo que ocurrió durante esos días, adquiere total significación la fecha designada desde entonces como el “Día Internacional de los Trabajadores”.
En aquella época las condiciones de vida y de trabajo de los obreros en Europa y los EE.UU. no podían ser peores: la jornada laboral diaria llegaba hasta las 16 horas (para muchos miles de hombres y mujeres la jornada se iniciaba a las 4 de la madrugada y terminaba a las 8 de la noche); el salario era escaso y sólo permitía ir malviviendo, mientras se tenía un puesto de trabajo en la Industria. En caso de cierre de la empresa, el destino para las familias obreras era el paro o la emigración. Sus hijos
trabajaban desde los 6 años, y las mujeres lo hacían de noche para completar el salario familiar. La miseria y la explotación eran un lugar común entre las clases trabajadoras, así como la represión policial. No es extraño, por lo tanto, que los obreros intentaran terminar con esta situación a partir de la década de 1880.
Como consecuencia de estos hechos, en julio de 1889, la Segunda Internacional socialista, instituyó el «Día Internacional del Trabajador» para perpetuar la memoria de los sucesos de mayo de 1886 en Chicago. Esta reivindicación, fue emprendida por obreros norteamericanos e inmediatamente, adoptada y promovida por la Asociación Internacional de los Trabajadores, que la convirtió en demanda común de la clase obrera de todo el mundo. El Congreso de París de la Segunda Internacional, acordó celebrar el «Día del Trabajador» el 1º de mayo de cada año. En 1954, la Iglesia católica, bajo el mandato del Papa Pío XII, apoyó tácitamente esta jornada proletaria, al declarar ese día como festividad de San José Obrero.
De aquí que el 1° de Mayo, tiene el sentido histórico de la reivindicación de la clase trabajadora como tal, frente a la clase poseedora de los medios de producción. Así nace la justa aspiración de los trabajadores de todo el mundo para obtener una conquista laboral, «la jornada de ocho horas», que es actualmente Ley en casi todos los países.
Hoy como ayer, el movimiento sindical venezolano está librando una dura lucha en defensa de sus derechos, vulnerados por un régimen que en nombre de una supuesta revolución, pretende retrotraer a los trabajadores a condiciones de vida y de trabajo que atentan contra su dignidad personal.
Contacto: aipop@aipop.com.ve / www.aipop.org.ve Ing. Linda Rivero de Hidalgo