on 2012/11/19 2:11:55 (643 reads)
La decisión gubernamental de crear un Estado paralelo conocido como Estado Comunal, el cual se soporta en un conjunto de leyes aprobadas desde el año 2010 por la Asamblea Nacional, además de los vicios de inconstitucionalidad ampliamente denunciados por los especialistas en la materia, presenta una serie de inconsistencias conceptuales con la idea de empoderar al pueblo organizado que supuestamente es su objetivo final.
Tres grandes vicios adicionales a los netamente jurídicos están subsumidos en el andamiaje legal que sustenta la propuesta comunal: el centralismo, el estatismo y el partidismo. Todos ellos conducen inexorablemente a acentuar la dependencia y la minusvalía de los ciudadanos frente al Estado, debido a la concentración del poder, a la castración de la iniciativa privada y a la consagración de la discriminación como políticas de Estado.
En el caso específico del sector agrario, tradicionalmente sensible al paternalismo estatal, laexperiencia sugiere que la implantación del sistema comunal, podría servir de estimulo para potenciar algunas de las características más negativas que históricamente han prevalecido en la conducta de gran parte de la población rural más pobre, entre otras: el conformismo, el fatalismo y el temor a asumir obligaciones, iniciativas y riesgos, el valor mesiánico que todavía se le asigna a los caudillos y líderes, la persistencia de una actitud acrítica, la debilidad del tejido social y el fortalecimiento de los círculos de intolerancia y desconfianza, la percepción de lo público como una expresión difusa e intangible que es de todos y, a la vez, es de nadie, la renuncia a la participación en la adopción de decisiones colectivas y su transferencia a pequeños grupos conocidos como cúpulas o cogollos, la confusión entre lealtad a principios y la incondicionalidad a partidos o personas, todo lo cual solo servirá para facilitar el proceso político de control y dominación sobre esta población.
Las experiencias que se conocen en el mundo sobre el establecimiento de sistemas comunales y de colectivización forzada a nivel agrario son dramáticas: en la Rusia comunista, la Rusia de los Soviets, la colectivización del trabajo agrícola en los años 1931 y 1932 significó la muerte por hambre de entre 8 y 10 millones de campesinos rusos. En la República Popular China (Comunista), el plan económico conocido como el Gran Salto Adelante (1958-1961) fundamentado en la implantación masiva de las Comunas Agrarias, se tradujo en una hambruna generalizada en el medio rural que arrojó un total de 40 millones de campesinos chinos muertos. En ninguna parte del planeta ha funcionado ningún sistema económico colectivista tutelado por el Estado, ni a nivel industrial, ni comercial, ni mucho menos rural.
Todo sistema de vida cotidiana en común o de producción económica colectiva impuesto, que no cuente con la promoción previa, con la disposición anímica de los involucrados y su aceptación consciente, libre y voluntaria de hacerlo, estará condenada al más rotundo fracaso. En Venezuela tenemos la reciente experiencia del Programa de Cooperativas promovido por este mismo gobierno, que a pesar de ser un modelo muy diferente y más viable de aplicar, terminó en el fracaso de más de 300.000 de estas unidades económicas, sencillamente porque la gente no conocía lo que significaba el trabajo cooperativo