CONCEDER SIN CEDER
A medida que avanzan las propuestas que aseguran la salida del Presidente Maduro (doble nacionalidad, revocatorio, enmienda, renuncia), la incertidumbre del venezolano crece, y con ella la angustia y la ansiedad alcanzan niveles patológicos. La viabilidad del programa político de la oposición que implica la revocación del mandato del Ejecutivo Nacional no es cuestionable desde el punto de vista electoral, como reflejan las encuestas. Sin embargo, es tal la magnitud de la crisis política, institucional, económica y social que atraviesa el país, que todos intuimos, en el fondo, que ni el gobierno solo ni la oposición sola pueden asumir el costo político de las medidas de ajuste económico que se hacen cada día más urgentes e ineludibles.
El pasado 6 de Diciembre, la oposición venezolana recibió un mandato expreso y clarísimo del pueblo: contribuir a la superación de la crisis económica. El mismo dictamen, por cierto, que recoge el artículo 136 de nuestra Constitución: “Cada una de las ramas del poder público tiene sus funciones propias, pero los órganos a los que incumbe su ejercicio colaborarán entre sí en la realización de los fines del Estado”. Cuando los candidatos de la Mesa de la Unidad Democrática ganaron la mayoría en la Asamblea Nacional llegaron al poder, y actualmente lo están ejerciendo. Ya no son sólo oposición, sino también gobierno oficial. Esto parece una perogrullada, pero no lo es tanto ya que supone la enorme exigencia de cooperar con quienes están acostumbrados a gobernar solos, sin fuerza de roce, sin pluralismo, sin apertura ideológica ni intenciones de rectificar, pero que desgraciadamente ocupan las demás ramas del Poder Público, y cuentan con el respaldo de la Fuerza Armada Nacional.
Pero los enormes padecimientos del pueblo son como esos azotes que nos fustigan a cooperar por encima de la confrontación. La tarea de cooperar no se reduce a aprobar leyes únicamente para que otro poder las desconozca; ni a ejercer la función contralora ya imposibilitada por el Tribunal Supremo de Justicia. De la Asamblea Nacional se espera mucho más. Cooperar exige dialogar, conceder con ánimo de ir construyendo acuerdos y consensos. Declinar los intereses personales y las actitudes que reflejan el beneficio de una candidatura, para fortalecernos en el compromiso y la humildad de asumir el costo político que el gobierno, como no puede asumir, no acaba de afrontar para dar los pasos necesarios hacia la superación de la crisis y de la ingobernabilidad reinante.
Una vez escuché una frase que me ha servido para muchas cosas en la vida: “Conceder sin ceder con ánimo de recuperar”: Ésa debe ser la actitud de nuestros representantes que actualmente comparten el poder del Estado.
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Mercedes Margarita Malavé González