on 2011/5/30 11:36:48 (765 reads)
Una de las peores plagas que puede caerle a un país, sucede cuando sus ciudadanos se acostumbran a desobedecer las leyes fundamentales y las normas más elementales de la educación ciudadana, que son las únicas que hacen posible la convivencia entre nosotros.

Día a día, somos testigos de cómo no sólo los jóvenes, en su mayoría, sino también los adultos, irrespetan las buenas costumbres y tienen escasos valores o ninguno. Se dejan influenciar por comportamientos inadecuados, en una sociedad que contribuye aceleradamente a la deficiente formación de sus ciudadanos y al incumplimiento de las normas y hábitos de la buena convivencia, que en muchos de los casos, nadie les ha inculcado desde la propia cuna. Los ciudadanos creen hoy en día, en su mayoría, que tienen una enorme cantidad de derechos pero sin obligaciones. La mayoría se adapta al tipo de gobierno de turno y si ese gobierno permite la desobediencia a normas básicas de convivencia, no les preocupa y están convencidos de que nada ni nadie los va a molestar, ni se los va a impedir. Hay tres actividades básicas diarias que reflejan el grado de anarquía en que vivimos los venezolanos en pleno siglo XXI. 1º.- Nuestro trato con otros ciudadanos: Ha desaparecido casi en su totalidad, el saludo, los buenos días al entrar o salir de algún ambiente, la sonrisa permanente, el hablar decente y educado y a un volumen adecuado, el respeto a los mayores y a las mujeres, especialmente a las que están embarazadas. La lucha diaria y la anarquía, convierten nuestra convivencia en una jungla. 2º.- Nuestro desplazamiento como peatones: Muy pocos ciudadanos respetan las aceras y mucho menos ceden el paso a personas que lo requieren, se desplazan golpeando incluso a otros, al hacerlo, muy pocos piden escusa por ello. Los semáforos, si no hay una autoridad eficiente, tampoco se respetan al cruzar una calle, ni tampoco los cruces demarcados para tal fin, Nuestra educación ciudadana puede medirse de manera evidente, si nos ponemos a observar en la Planta Baja de un edificio concurrido, la puerta de un ascensor, y podremos comprobar una y otra vez, que al abrirse la puerta, hay un buen grupo de personas queriendo entrar, al mismo tiempo que otro que plena el ascensor, trata de salir. 3º.- Nuestro comportamiento conduciendo un vehículo
Contacto: : Aquí nuestra anarquía llega a su máximo nivel. No hay normas, leyes, cruces, semáforos, que respetemos. Una gran cantidad de conductores anárquicos, cuando ven una cola, se deslizan por los laterales, lanzándose después a la cola cuando no pueden seguir. Cada día son más esos “vivos” que se ríen de los que respetan las normas. Ni hablar de los motorizados. Ese tema es para un libro completo y hoy son los dueños absolutos de todas las vías del país. Es preciso establecer a nivel educativo básico, la materia de “educación ciudadana” y regresar al “Manual de Carreño”, que fue la guía de urbanismo de varias generaciones.
Ing. Carlos Presencia Jurado
cpresen@aipop.com.ve – www.aipop.org.ve
PRESIDENTE