on 2011/12/4 20:40:32 (786 reads)
Desde los más remotos tiempos en la historia de la humanidad ha quedado demostrado que los controles de precios no solo no han producido los efectos esperados, sino que por el contrario han generado resultados totalmente adversos a lo que se ha buscado alcanzar con tal medida.
EL CONTROL DE PRECIOS COMO COARTADADesde los más remotos tiempos en la historia de la humanidad ha quedado demostrado que los controles de precios no solo no han producido los efectos esperados, sino que por el contrario han generado resultados totalmente adversos a lo que se ha buscado alcanzar con tal medida. Las consecuencias más directas de los controles han sido la escasez y el aumento de la inflación. Pretender que contrarrestar el desabastecimiento y abatir la inflación es un asunto policial, porque algunos “malvados especuladores y acaparadores” tienen escondidos los productos que a todos faltan, no tiene otra explicación que ser poseedor de la más supina ignorancia de las leyes que rigen la economía, actuar de mala fe o, una combinación de ambas.En el caso de Venezuela de nada han servido 12 años de controles de precios, de control cambiario, de régimen de licencias de importación, de establecimiento de guías de movilización, de estatización de empresas, para que el desabastecimiento, especialmente alimentario, y el incremento progresivo de los precios se detenga. Tenemos la inflación más alta de América y una de las mayores del mundo. Está palmariamente demostrado que esas medidas no funcionan. No sirven. No han funcionado en el pasado, ni aquí ni en ninguna parte del mundo. ¿Entonces porqué se insisten en ellas? ¿Porqué instituir mediante una ley el despojo, la arbitrariedad y la represión? Además de no querer aceptar la realidad de que la economía de mercado es infinitamente superior al sistema de economía planificada y centralizada, existe la perversa intención de utilizar este dispositivo legal para acentuar el sometimiento de la sociedad por parte de una élite burocrática enquistada en el Estado. Se trata de tener a mano un mecanismo de dominación social para liquidar a todo el que tenga autonomía económica en cualquier circuito productivo del país. Es un paso más de avance en el establecimiento de un régimen totalitario, que aterroriza “legalmente” a los ciudadanos desde el poder burocrático del gobierno.El combate de la inflación y la escasez no es más que la coartada para cercenar la libertad. Y es precisamente el derecho a la libertad el que está en juego con la aplicación de la nueva legislación.En toda democracia auténtica la libertad de actuación económica y la libertad de consumo como componentes esenciales de la libertad personal, no pueden estar sujetas a un sistema de economía forzada que contraviene el estado de derecho y justicia que proclama la constitución nacional. La implantación de la nueva ley llevará inexorablemente a la restricción de la libertad mediante la aplicación de métodos dictatoriales coactivos.Frente a este esquema de dominación cobra cada vez más fuerza la propuesta de la economía social de mercado como la mejor alternativa para el desarrollo de los pueblos. La distribución equilibrada, en el espacio y en la sociedad, del poder y los recursos en muchos centros independientes, viene a constituir el mayor freno al predominio económico y político de individuos u oligarquías que pretendan establecer condiciones de sometimiento al conjunto social. El monopolio económico o político es contrario al bien común, para impedirlo es necesario crear condiciones que conlleven a la sana competencia y a la igualdad de oportunidades, garantizando al individuo su libertad y asignándole al mismo tiempo su responsabilidad ante la sociedad.Contacto: aipop@aipop.org Agrotécnico Luis Hidalgo Parisca
Las consecuencias más directas de los controles han sido la escasez y el aumento de la inflación. Pretender que contrarrestar el desabastecimiento y abatir la inflación es un asunto policial, porque algunos “malvados especuladores y acaparadores” tienen escondidos los productos que a todos faltan, no tiene otra explicación que ser poseedor de la más supina ignorancia de las leyes que rigen la economía, actuar de mala fe o, una combinación de ambas.
En el caso de Venezuela de nada han servido 12 años de controles de precios, de control cambiario, de régimen de licencias de importación, de establecimiento de guías de movilización, de estatización de empresas, para que el desabastecimiento, especialmente alimentario, y el incremento progresivo de los precios se detenga. Tenemos la inflación más alta de América y una de las mayores del mundo. Está palmariamente demostrado que esas medidas no funcionan. No sirven. No han funcionado en el pasado, ni aquí ni en ninguna parte del mundo. ¿Entonces porqué se insisten en ellas? ¿Porqué instituir mediante una ley el despojo, la arbitrariedad y la represión? Además de no querer aceptar la realidad de que la economía de mercado es infinitamente superior al sistema de economía planificada y centralizada, existe la perversa intención de utilizar este dispositivo legal para acentuar el sometimiento de la sociedad por parte de una élite burocrática enquistada en el Estado. Se trata de tener a mano un mecanismo de dominación social para liquidar a todo el que tenga autonomía económica en cualquier circuito productivo del país. Es un paso más de avance en el establecimiento de un régimen totalitario, que aterroriza “legalmente” a los ciudadanos desde el poder burocrático del gobierno.
El combate de la inflación y la escasez no es más que la coartada para cercenar la libertad. Y es precisamente el derecho a la libertad el que está en juego con la aplicación de la nueva legislación.
En toda democracia auténtica la libertad de actuación económica y la libertad de consumo como componentes esenciales de la libertad personal, no pueden estar sujetas a un sistema de economía forzada que contraviene el estado de derecho y justicia que proclama la constitución nacional. La implantación de la nueva ley llevará inexorablemente a la restricción de la libertad mediante la aplicación de métodos dictatoriales coactivos.
Frente a este esquema de dominación cobra cada vez más fuerza la propuesta de la economía social de mercado como la mejor alternativa para el desarrollo de los pueblos. La distribución equilibrada, en el espacio y en la sociedad, del poder y los recursos en muchos centros independientes, viene a constituir el mayor freno al predominio económico y político de individuos u oligarquías que pretendan establecer condiciones de sometimiento al conjunto social. El monopolio económico o político es contrario al bien común, para impedirlo es necesario crear condiciones que conlleven a la sana competencia y a la igualdad de oportunidades, garantizando al individuo su libertad y asignándole al mismo tiempo su responsabilidad ante la sociedad.
Contacto: aipop@aipop.org
Agrotécnico Luis Hidalgo Parisca