EL FRACKING VERSUS LA ACTIVIDAD SÍSMICA
El día 3 de septiembre se registró un sismo de magnitud 5.6 y es considerado como uno de los más grandes registrados en el estado de Oklahoma, Estado Unidos desde noviembre del 2011. El sismo se sintió en varios estados. Aunque el sismo solo causó daños menores, este tipo de nueva actividad sísmica vuelve a traer a la luz pública el problema existente con las actividades de producción de gas y petróleo en los Estados Unidos.
Mucho se ha hablado en los últimos años sobre los problemas que podría estar causando la tecnología de estimulación hidráulica en las formaciones de los Shale (Lutitas) en Estados Unidos. Grupos ambientalistas en los Estados Unidos han buscado la manera de hacer ver que este tipo de tratamiento es dañino para el medio ambiente y que debería ser prohibido, aunque en realidad no han podido demostrar científicamente que esta actividad genere los problemas que se les están atribuyendo. Pero existe una teoría que está relacionada con la actividad de producción que podría ser la causante del incremento de la actividad sísmica en el medio oeste de los Estado Unidos.
Como se dice anteriormente, la producción de los Shales se ha incrementado en los últimos 10 años gracias a la implementación de estimulación hidráulica (Fracking). En pocas palabras, los pozos perforados en estas zonas productoras serian inutilizables si no se aplicara esta tecnología de estimulación. El problema se presenta al poner en producción estos pozos, y no directamente durante las operaciones del fracking. Como se explicará a continuación, el problema reside en que la producción de gas y petróleo genera una cantidad de agua de producción y re-flujo (flow-back) las cuales está siendo inyectadas en pozos de desecho (Salt Water Disposal Wells – SWDs) y al parecer están sobresaturando y afectando la formación geológica de los yacimientos donde se están inyectan, posiblemente generando nuevas actividades sísmicas donde anteriormente no se habían presentado.
Pondremos como ejemplo un pozo X fracturado en Oklahoma, este pozo requiere de alrededor de 100,000 barriles de agua fresca para ser fracturado (http://fracfocus.org/). A esta agua fresca se le agregan una serie de aditivos químicos requeridos para realizar este tipo de operaciones. Una vez se termina esta operación, se completa el pozo y se este se pone en producción, inicialmente el pozo comienza produciendo parte del agua que le fue inyecta durante el fracking. Es aquí donde económicamente es más rentable inyectar estas aguas en pozos de desecho.
El problema continúa aún después de que se ha desechado toda el agua recuperada de las operaciones del fracking. El pozo comenzara a su nueva fase de producción normal en la cual se seguirá generando agua de proveniente de la separación del petróleo o gas que se está produciendo, esto se conoce comúnmente como el corte de agua (Water-Cut en inglés), y en este tipo de pozos el corte de agua es muy alto, estimándose que por cada barril de petróleo que se produce se generen entre 7 y 8 barriles de agua de producción. Si consideramos que en nuestro ejemplo el pozo produjera 1,000 barriles de petróleo diarios se estarían generando alrededor de 7,000 a 8,000 barriles de agua de producción durante el resto de su vida útil.
En nuestro ejemplo se podrían estar produciendo alrededor de 3,000,000 barriles de agua de producción cada año la cual estaría siendo inyectada mayoritariamente en pozos de desecho. Si se extrapola esto a la producción estimada de 4.0m de barriles diarios de petróleo en todos los Shales de Estados Unidos (Ilustración 1), se podrían estar produciendo entre 28.0m a 32.0 m barriles de agua de re-flujo y producción diariamente, se estima que alrededor del 80% de estas aguas estaría siendo inyectada en pozos de desecho, el otro 20% se trata enviándolo a fosas de evaporación y en muy pocos casos es reciclada para su reutilización en futuras operaciones.
Ilustración 1 – Administración de Información Energética de los Estados Unidos (www.EIA.gov)
Si la teoría arriba discutida fuese confirmada, los Estados Unidos se verían obligados a implementar regulaciones que limiten las cantidades de aguas del re-flujo y producción que se puedan inyectar en pozos de desecho y ofrecer incentivos para que etas aguas sean tratadas para su uso futuro en otras operaciones y/o poder ser reutilizadas en el medio ambiente. Mientras no existan estas regulaciones y el precio del petróleo se mantenga en los niveles bajos en que se encuentran hoy en día, no existe ningún incentivo o estímulo económico para que las compañías productoras busquen otras soluciones.
Esta misma situación podría ser atribuible a muchas zonas productoras de petróleo en diferentes partes del planeta, incluyendo a Venezuela.
Contacto: aipop@aipop.org / www.aipop.org
Ing. José Rafael Blesa