Hace varios meses el mundo entero quedo consternado con las impresionantes  imágenes de los extremistas del grupo terrorista ISIS quemando vivo dentro de una jaula a un rehén, por razones que a mi criterio solo ellos comprenden. Sorprendentemente, en algunas ciudades de Venezuela cada vez que la comunidad atrapa a alguien cometiendo algún delito de robo, hurto, atraco o similar, procede a lincharlo y más recientemente a rociarle alguna sustancia inflamable y lo encienden vivo. Situación ésta que además es grabada y subida a las redes sociales a fin de hacer de conocimiento de todos lo que allí ocurrió de manera aleccionadora.

Por otra parte, ya es conocido por todos que Venezuela posee varias de sus principales ciudades y además la capital dentro de las que poseen el mayor índice de delincuencia del mundo, basándonos únicamente en cifras oficiales, con lo cual reconocemos que la situación es aún mucho peor.

Ante tal flagelo, los organismos policiales del Estado han intentado hacerle frente con las llamadas OLP (Operación de Liberación del Pueblo), sin embargo las mismas no han logrado disminuir los índices de criminalidad, aunado a que tales operaciones están siendo efectuadas sin el debido resguardo de los Derechos Humanos, según informes recientemente presentados por la Organización Internacional Human Right Wacht.

Y por último y no menos preocupante están los pranes y sus organizaciones delictivas que ahora hacen valer sus normas dentro y fuera de las cárceles, en donde dictan toques de queda a los ciudadanos, y ofrecen recompensas por cada funcionario policial asesinado.

Entonces, podemos concluir con estas simples líneas que, los ciudadanos nos defendemos de los delincuentes comunes con linchamientos, las bandas de secuestradores y ladrones azotan libremente a la colectividad frente a unos índices de impunidad superiores al 97%, los policías arremeten a las zonas populares en busca de los delincuentes donde agarran a propios y extraños, sin que ello genere algún efecto real y los pranes responden poniendo precio a la cabeza de los policías, ante tal esquema podremos afirmar estamos en plena guerra aun sin haberla declarado?

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                   Jesús Alberto Díaz Peña