on 2012/5/7 3:33:49 (621 reads)
INVESTIGACIÓN EN SALUD

Aunque empíricamente todo parece apuntar al hecho de que los países con los mejores parámetros de salud son aquellos con recursos humanos mejor formados y que adjudican más fondos a la investigación en salud, sin embargo nunca está de más probarlo estadísticamente, a nivel mundial, como lo hace una publicación reciente en una revista bien acreditada como PLoS Medicine, en un artículo titulado, “Donde no hay investigación sobre salud: Qué se puede hacer para llenar el vacío en investigación sobre salud” por tres autores de reconocida experiencia en Gran Bretaña y los Estados Unidos (Martin McKee de Londres y David Stukler y Sanjay Basu de San Francisco).

En las conclusiones de ese interesante y oportuno ensayo los autores citan -con sobrada razón- a uno de los conferencistas en el Foro Ministerial Global sobre Investigación en Salud celebrado en Bamako, Mali en 2011, cuando afirmó contundentemente: “Los países no necesitan una línea aérea, pero si necesitan de una estrategia nacional sobre investigación en salud”, para destacar como algunos países adoptan erróneas estrategias y órdenes de prioridad para sus necesidades primarias.

Es interesante destacar como no solamente son los países más pobres los que menos invierten en investigación sobre salud, sino que es una característica universal de los regímenes autoritarios y totalitarios y muchas veces persiste en los países que estuvieron bajo la influencia soviética después de la II Guerra Mundial, bajo una funesta tradición staliniana que a partir de 1928 introdujo la llama “ciencia soviética”, que privilegiaba a sus adherentes (que se basaban en las guías de Marx, Lenin y el mismo Stalin) sobre aquellos que seguían las normas convencionales del método científico.

El ejemplo más notable de esta verdadera aberración científica de todos los tiempos fue sin duda el trabajo del agrónomo Trofin Lysenko –gran favorito de Stalin y su camarilla obsecuente- , quien con su rechazo a las leyes mendelianas de la herencia, contribuyó a producir numerosas y costosas fallas en la agricultura soviética.

Comentan los autores, que -aunque parezca mentira- ese legado de la pseudociencia soviética aún persiste en Rusia y citan como ejemplo el supuesto papel benéfico de magnetos para tratar la hipertensión arterial.

Aunque existe una positiva asociación entre el desarrollo económico y la productividad en investigación, algunos países relativamente ricos siguen fallando seriamente.

Se refieren a la buena práctica de las redes regionales y asociaciones internacionales. A este respecto quiero señalar que éste ha sido siempre uno de los nortes del programa “Talento Venezolano en el Exterior’ (TALVEN), que actualmente coordina el Dr. Rubén Darío Peralta desde Valencia, y uno de cuyos destacados ejemplos de colaboración internacional lo ha diseñado y ejecutado con éxito la Dra. Adriana Tami-Grundmann entre la Universidad de Carabobo (donde se graduó) y la Universidad holandesa de Groningen (donde trabaja), que avanza los conocimientos sobre esa dolencia prevalente entre nosotros, que es el dengue, cuyo trabajo de campo se realiza a diario en tierras de los estados Carabobo y Aragua. Algo sobre lo que seguramente oiremos hablar positivamente en el futuro.

En el caso de Venezuela, debemos cuidar sobre manera, que el gran esfuerzo que se ha hecho en el sector por tantos años, no sufra la erosión general observada; tanto por la pérdida del recurso humano idóneo (emigración explosiva de médicos en los últimos 13 años), como por la falta de incentivos y recursos económicos; ya que las consecuencias negativas pueden extenderse por mucho tiempo.

Dr. Francisco Kerdel-Vegas

(*) Reproducido con permiso del autor.

Si desea leer el documento completo, puede obtenerlo del archivo PDF adjunto: &

Dr. José Félix Oletta L