on 2012/12/5 13:35:15 (479 reads)
LA ECONOMÍA Y LA BIODIVERSIDAD (2ª. PARTE)

Continuando con nuestros artículos sobre La Biodiversidad, su pérdida y su valor económico: Consecuencias y Acciones, publicadas en los Boletines 101 y 111, intentamos aquí seguir refiriéndonos a su valor económico. Venezuela posee la 4ª Megadiversidad de América y la 5ª de todo el Planeta, pero resulta que tenemos un ritmo de pérdida de la misma realmente incontrolable en la actualidad; ya que, continuamos con la ausencia e ignorancia culpable en cuanto a Políticas Públicas y de Conservación, para establecer un sistema ordenado de Protección Ambiental y para cuantificar el valor de la misma y lograr establecer un primer balance al respecto.

Mientras, a partir de Río 92, todos los sectores ligados a la producción, además del área académica y ambientalista y los gobiernos, políticos, industriales, agricultores y hombres de negocios, las ONG, las comunidades indígenas y locales; y en fin, los productores y consumidores, en todo género de actividades humanas, en el mundo entero, han puesto la mira en la necesidad de la conservación de la biodiversidad y su aprovechamiento sostenible; basados en la necesidad de sobrevivencia del planeta, la seguridad alimentaria, la salud, la producción energética y la preservación cultural; nuestro país le sigue dando la espalda a las ingentes oportunidades que tiene, a partir del desarrollo del conocimiento científico, para el uso y aprovechamiento sostenible de los inmensos valores económicos que están en juego.

Hoy, en el mundo (FAO), se cultivan unas 150 especies de plantas comestibles, entre 80.000 posibles, de las cuales, apenas 5, representan el 72 % de la alimentación humana: trigo, arroz, maíz, papa y banano, habiéndose determinado recientemente, que éste último representa la alimentación básica para unos 500 millones de personas.

Venezuela produjo en décadas pasadas, a excepción del trigo, los otros 4 en cantidades exportables, así como el café, el cacao, el azúcar y productos de la ganadería; los cuales representaron altos ingresos para la república y para los industriales, agricultores y comunidades locales. A una política de destrucción planificada y a una tasa de incendios que destruyen para siempre cerca de 1 millón de Has. al año, en la zona norte del Orinoco y en el estado. Bolívar, nuestro recurso Biodiversidad, quedará extinguido en pocos años, a no ser por la Conservación del Bosque Amazónico – Orinoquense que ha permitido la conservación y los secretos del conocimiento, a través de nuestras tribus indígenas que lo habitan.

En efecto, la diversidad biológica constituye el ingrediente clave para mantener la cantidad de alimentos e incrementarlos en la medida necesaria, debido a que en ella reside la capacidad de resistencia de los productos ante los riesgos de las plagas; así como contienen los genes capaces de aumentar la producción en menores superficies de cultivo. (M. D´Antonio y A. Michelangeli A.), El Valor de la Biodiversidad del Bosque Tropical. 1996).

Dentro de nuestras posibles alternativas, está la prospección bioquímica del bosque tropical de manera de catalogar y conservar plantas medicinales y de uso cosmético, ampliamente usadas por nuestras comunidades indígenas y cuyos compuestos genéticos son utilizados en 1 de 4 medicamentos conocidos en el mundo occidental; por un valor estimado, a nivel global, de unos 150.000 millones de U.S. $ anuales, sin que a nuestros países tropicales le retorne absolutamente nada. (M.D´Antonio y A. Michelangeli, op. Cit)

El uso de ese potencial ha encontrado su base en las numerosas sustancias naturales de la flora y fauna, tales como la quinina, drogas anticancerígenas, la morfina, antibióticos, anti coagulantes, drogas contra la hipertensión, edulcorantes, gomas, insecticidas y colorantes diversos; así como nuevos biocombustibles, como el etanol, de amplio uso en Brasil, debido a una correcta aplicación de políticas públicas al respecto y el incipiente estudio del piñón en Venezuela, como bio-diesel.

Dr. Armando Michelangeli Ayala