on 2011/2/21 11:03:15 (647 reads)
La primera obligación de cualquier ciudadano que esté interesado en su país y en su futuro, debe ser prestarle mucha atención a las cifras del día a día, que marcan con claridad, el camino por el que transita nuestro porvenir y el de nuestros descendientes. El índice que marca el costo de los alimentos para una familia promedio, se denomina «Canasta Alimentaria Familiar»
y en estos días, ha alcanzado la impresionante cifra de Bs. 2.535,46, es decir que para poder alimentarse modestamente un grupo familiar, deben producir como mínimo 2,07 salarios mínimos de Bs. 1.223,89. Estas cifras son altamente preocupantes, pues en una familia promedio de 5 miembros solo produce uno de ellos o en el mejor de los casos 2, lo cual significa que aun trabajando la pareja con sueldo mínimo, solo podrían cubrir la alimentación para poder subsistir. El otro índice que se utiliza permanentemente, es aquel que marca el costo promedio para que una familia pueda cubrir sus elementales necesidades y alcanzar una vida digna, Este índice, llamado «Canasta Básica Familiar «, está en Bs. 6.391,70, lo que significan 5,22 salarios mínimos, es decir, pobreza en su mejor expresión. La Políticas públicas, deben servir para impedir que estas situaciones se mantengan en el tiempo o se agraven, proponiendo salidas que permitan ir mejorando la condición del trabajador, pero a la vez dominando el terrible flagelo de la inflación que convierte el salario, en sal y agua; Sin embargo, a pesar de que este problema es tan grave para todos los venezolanos, vemos como mes a mes los precios parecen inflarse sin control. Este pasado mes de Enero 8 rubros de la canasta alimentaria subieron de precio, entre 0,4% y 11,4%, lo que hace que los salarios se vayan deprimiendo y arrastrándonos a la pobreza. DETENER LA INFLACIÓN Y DOBLEGARLA ES UNA PRIORIDAD Es preciso controlar el gasto y estudiar con profesionalismo las inversiones y el uso de todos los recursos disponibles, para dirigirlos a la productividad y a la generación de trabajo y alimentos. Todos sabemos eso y ya resulta cansón estarlo repitiendo, pero lo tenemos a la vista y no hacemos nada como ciudadanos, para obligar a que los recursos rindan. Por ejemplo: El precio de la gasolina y el exagerado consumo de ella en Venezuela. Nuestro país es el más alto consumidor de toda la América Latina y consumimos 1.749 litros por habitante al año. Mientras tanto, su precio está estancado y hoy es mucho más costosa una botella de agua que la misma botella con gasolina. Estas son incongruencias que no pueden ser un tabú político y que deben acometerse con profesionalismo y con campañas que hagan entender la necesidad de cuidar nuestros recursos y su justo precio. Ya se está hablando de racionar la gasolina o ponerles cupos a los particulares. Es decir, más interferencia y molestia para el ciudadano común, mientras el verdadero chorro de gasolina, sale por nuestras fronteras terrestres y marítimas y todos saben cómo y de qué manera, se hace esta extracción criminal todos los días del año, sin que sea eficientemente impedido. Carlos Presencia Jurado
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