LIBERTAD Y COMPROMISO

 

Hoy día, como en el pasado, la gente lucha por su libertad, a veces con éxito, otras no tanto, porque sucede que alguien se encarga de imponer sus reglas.  En la vida, se repite mucho –¡demasiado!— lo expresado por Mme. Roland.     En unos pueblos, las personas son libres, en otros no.   ¿Qué es la libertad?  ¿Cuál libertad?  Ese dilema es señalado por los estudiosos desde la antigüedad hasta la actualidad, como “uno de los problemas centrales de la reflexión filosófica del Occidente.” (2)

 

La libertad, conocida como la libertad eterna, es la posibilidad de desplegar la vida conforme el propio arbitrio personal.  Entre los griegos, y así mismo entre los pueblos semitas, la libertad era “un bien hermoso y magnífico, tanto para el individuo como para el estado”.  (3)  Este bien se considera un componente esencial del ser del hombre, ya que da significado a la existencia y especifica y caracteriza el obrar del hombre: obrar que, por ser libre, se hace moral.

 

El renombrado médico español, el Dr. Gregorio de Marañón, lo ha descrito la Revista de Occidente  como “el médico humanista”, por estar imbuido en un profundo humanismo.   En su praxis de la libertad, consideraba ser liberal constituía algo consubstancial e la persona.  En tal sentido en medio de la dura época franquista, escribió en Españoles fuera de España: “el sueño de la libertad .. . es imprescindible para el bienestar de los reinos; porque está unido al instinto de vivir.   Se ama la libertad como se ama y necesita el aire, el pan  el amor.”  (4)

 

La libertad, por sus implicaciones de una acción libre, requiere y hace necesarias las reglas de aceptación generalizada.    De no ser así, surge la amenaza de un desparramiento personal o social, un desenlace desenfrenado, el desenfadado libertinaje.   De allí que sea necesario que la persona, cada persona, asuma de manera igualmente libérrima, el compromiso de su propia disciplina, su autocontrol personal y social.    Ese compromiso es, precisamente, con la ética y la moral.   Nunca es tarde para asumir lo que pudiera ser novedoso, como lo narra esta historia tomada de la milenaria sabiduría popular china…

 

Le decía el sabio al monarca: “He oído decir que si un hombre es devoto al estudio en su juventud, su futuro es brillante como el sol matinal; si se aficiona al estudio en su edad media, es como el sol de mediodía; mientras que si comienza a estudiar de viejo, es como la llama de la vela.   Aunque la vela no es muy brillante, a lo menos es mejor que andar a tientas en la obscuridad.”

 

(1) Mme. Celnart: Choix d’anecdotes anciennes et modernes, 1828. 

(2) Leandro Rossi y Ambrogio Valsecchi: Diccionario enciclopédico de la teología moral.   Madrid: Ediciones Paulinas, 1980.)

(3) Enciclopedia de la Biblia. Barcelona: Ediciones Garriga, 1969.

(4) Gregorio Marañón, Bertran de Lis y Antonio López Vega: El último Marañón. Revista de Occidente, no. 347, abril 2010.

(5) Fabulas antiguas de China.  Beijing: Ediciones de lenguas extranjeras, 1984.

 

Contacto: aipop@aipop.org  / www.aipop.org                                             Oscar Pérez Castillo