El principio general que debe regir en una sociedad es el orden, es decir, lo que debe entenderse, según el DRAE, como “Ámbito de materias o actividades en el que se enmarca alguien o algo”; y orden público tiene distintas acepciones como “Situación de normal funcionamiento de las instituciones públicas y privadas, en la que las personas ejercen pacíficamente sus derechos y libertades”.
En el orden, y concretamente el orden público, como han sido entendidos por la Real Academia de la Lengua Española, es que pueden funcionar las instituciones dentro de una sociedad democrática; y, como antagonista del orden, y por tanto de la democracia, está el caos, que como dice el mismo DRAE, significa “Confusión, desorden”; y confusión equivale, entre otros sinónimos, a “Dejar a alguien sin capacidad de respuesta en una disputa”, mientras que desorden puede entenderse de distintas maneras cuando del orden social se trata: “Confusión y alteración del orden” o ”Perturbación del orden y disciplina de un grupo, de una reunión, de una comunidad de personas” o “Disturbio que altera la tranquilidad pública”.
Si el orden es lo que permite el normal desenvolvimiento de la sociedad democrática, el caos es la vía para acabar con la institucionalidad. En este sentido, vienen a colación el último párrafo del Manifiesto Comunista de Carlos Marx y Federico Engels (https://sociologia1unpsjb.files.wordpress.com/2008/03/marx-manifiesto-comunista.pdf) en el cual proclamaban:
“Los comunistas no se cuidan de disimular sus opiniones y sus proyectos. Proclaman […] que sus propósitos no pueden ser alcanzados sino por el derrumbamiento violento de todo el orden social tradicional […]”.
Este llamado al “derrumbamiento de todo el orden social tradicional” ha sido recogido en Venezuela por las fuerzas gobernantes desde 1999, lo que es público y notorio, por lo que no necesita ser probado, aunque hay frases célebres que no pueden ser olvidadas como las de un ex alto funcionario conocido como el “Monje” (https://saladeinfo.wordpress.com/2013/02/13/los-pobres-tendran-que-seguir-siendo-pobres-los-necesitamos-asi/) que, en su día dijo:
“[…] Esta revolución se propone hacer un cambio cultural en el país, cambiarle a la gente la forma de pensar y de vivir, y esos cambios sólo se pueden hacer desde el poder. Así que lo primero es mantenerse en el poder para hacer el cambio. El piso político nos lo da la gente pobre: ellos son los que votan por nosotros, por eso el discurso de la defensa de los pobres. Así que, LOS POBRES TENDRÁN QUE SEGUIR SIENDO POBRES, LOS NECESITAMOS ASÍ, hasta que logremos hacer la transformación cultural. Luego podremos hablar de economía de generación y de distribución de riqueza. Entretanto, hay que mantenerlos pobres y con esperanza”.
Paralelamente al caos, va la crisis humanitaria, declarada por la Asamblea Nacional (http://efectococuyo.com/efecto-cocuyo/asamblea-nacional-decreto-la-crisis-humanitaria-en-venezuela); y ambos escenarios, caos y crisis, abonan el terreno para que surjan el vandalismo y el pillaje, como ha sucedido recientemente en Cumaná; y todo ello deriva en la pobreza al destruirse numerosos comercios y establecimientos mercantiles que distribuían bienes y servicios a los cumaneses, o también en otras partes del país donde se están generando saqueos y ataques a los comerciantes.
Entonces, si existe un orden, y éste quiere ser destruido mediante el caos para provocar una crisis, la consecuencia es la pobreza y finalmente la dominación en una sociedad que se pretendería construir sobre el derrumbado orden social tradicional en la que los pobres tendrían que seguir siendo pobres para darle piso político.
Parece razonable, pero la realidad puede resultar distinta.
Contacto: aipop@aipop.org / www.aipop.org Carlos J. Sarmiento Sosa