on 2011/5/30 11:16:23 (684 reads)
En datos registrados por el periodista Gustavo Méndez el 24 de febrero del presente año, se reseña que en la memoria y cuenta del Ministerio del Poder Popular para la Educación, se registran 11.818 escuelas sin directores y la infraestructura nacional es de 21.736 instituciones.
Parte de este déficit, está siendo cubierto por supervisores itinerantes y maestros en comisión de servicio o sencillamente, no existe la figura de liderazgo pedagógico. Sumado a este dramático escenario de carencia gerencial, se agrega el tentáculo nocivo de la violencia en las escuelas, producto de la pobreza, la inseguridad, la polarización ideológica, la discriminación social, el resentimiento, la destrucción y la descomposición de la familia como célula madre, constructora de los valores fundamentales. ¿Cuál es el panorama posible de superación de la pobreza intelectual, material, moral y espiritual cuando el segundo modelo de referencia de seguimiento conductual llamado Escuela, sobrevive en escenarios de desorden estructural, carencia de liderazgo genuino e inspirador y politización ideológica? ¿Qué futuro se vislumbra para nuestros estudiantes, si la escuela como vía de acceso al conocimiento, está cargada de violencia y desorden? ¿Cómo cubrir el déficit de líderes pedagógicos con escasos programas para la formación de educadores, que incluyan el área de gerencia de recursos humanos? ¿Cómo se pueden desempeñar los educadores asertiva y eficientemente, si el salario carece de incentivo y la profesión es poco motivadora? Abordar el tema de la violencia en la escuela, impone un análisis profundo de las variables que la determinan para activar programas dirigidos a fomentar cultura de paz y resolución de conflictos y diseñar programas cortos de especialización para docentes en ejercicio, con el objeto de que desarrollen competencias gerenciales en el área administrativa y humana y en el desarrollo del liderazgo y del manejo de conflictos. Son proyectos alcanzables y posibles a pesar de presentarse un nudo coyuntural de proporciones descomunales que desde algún punto se deberá desenmarañar. La omisión deliberada o no de este escenario, podría desencadenar hasta una especie de guerra civil, partiendo en las escuelas, si no es que ya el ambiente es propicio como caldo de cultivo. El país “resilente” y resistente, que mantiene su condición moral y social lo sabe, el país paralelo capaz de proyectarse hacia el futuro a pesar de la adversidad, que asume el reto frente a los acontecimientos con actitudes sociales positivas y determinantes en la búsqueda de sentido, resiste y combate este terrible escenario con compromiso y apremio. Los educadores resilentes y valientes persisten y se mantienen construyendo cultura de paz e inclusión en las universidades y escuelas, pero no es suficiente, se necesita el esfuerzo y las acciones concretas de todos los sectores de la vida nacional con liderazgo y gerencia pertinente y efectiva. Propongo abrir líneas de investigación en las universidades, que hagan el levantamiento de las iniciativas que el país paralelo empoderado en su gente productiva y capaz, está desarrollando. Es el primer paso para ampliar el escenario de acción que el país reclama. Utilicemos los recursos que están a la mano, son nuevamente nuestros estudiantes quienes con la bandera de la investigación y el conocimiento reflexivo, podrán marcar la pauta. Invito igualmente a las empresas especializadas en levantamientos estadísticos y a los medios de comunicación, a profundizar en este escenario. Manos a la obra.
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