on 2014/11/10 21:06:33 (319 reads)
El Papa Francisco dedica el CapítuloIVde su exhortación Evangelii Gaudium (24.11.2013) a la dimensión social de la evangelización. Allípone bien de manifiesto que no se puede hablar de la misión de la iglesia, de la fe, de la vida cristiana, sin tener en cuenta las implicaciones sociales del evangelio.
En este documento el Papa subraya la opción por los pobres, que asumida por Jesús, se convierte en tarea obligante para sus discípulos. Esta opción es una perspectiva desde la cual se ha de abordar la actividad económica, y no sólo ésta, sino también la política y la cultural. El objetivo a alcanzar esuna sociedad justa, equitativa y solidaria,con una especial atención a los más necesitados.
Ahora bien, al abordar el tema de la pobreza dice el Papa: “no hablamos sólo de asegurar a todos la comida, o un decoroso sustento, sino de que tengan “prosperidad sin exceptuar bien alguno” (eg 192). Esto quiere decir que el “mandamiento máximo” de Jesús, el amor, en su proyección social, no se reduce a la acción asistencial; debe pasar a la actividad promocional y volcarse en la que aborda los necesarios cambios estructurales del entramado socio-económico. Por ello en la exhortación leemos: “la dignidad de cada persona humana y el bien común son cuestiones que deberían estructurar toda política económica”(eg 203).
Esta es una labor que exige el compromiso de los más diversos sectores: del estado como rector de la política económica, del empresariado no oficial y de la sociedad civil en generalcon sus múltiples organizaciones. Un trabajo que exige, por consiguiente, la máxima participación ciudadana y una efectiva aplicación del fecundo principio de subsidiaridad.
El bien común ha de ser tarea en común. En la situación concreta venezolana, esta afirmación encierra, por cierto, una clara y firme denuncia, a saber, concerniente a la pretensión hegemónica, monopólica, centralizadora del estado en el campo económico, y no sólo en éste. Sólo uniendo esfuerzos se podrá labrar en el país el bien común.
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Monseñor Ovidio Pérez Morales