on 2012/4/23 0:57:37 (586 reads)
Este estado norteamericano, en la primera mitad del siglo pasado, logró iniciar un gran desarrollo territorial urbanístico y de servicios públicos, el cual se ha venido consolidando posteriormente con estándares muy elevados reconocidos mundialmente, que deben servir de ejemplo en los países latinoamericanos y en particular en el nuestro, que está experimentado un gravísimo deterioro en todos sus aspectos.
Venezuela venía experimentado un mejoramiento en todos sus índices y coeficientes de bienestar socio-económico, en materias tan básicas y fundamentales como los servicios de electricidad, agua potable, construcción de viviendas, remodelación de barrios, redes viales extraurbanas, rural y urbanas, protección ambiental contra ruidos molestos, polución atmosférica, seguridad ciudadana, protección de niño y adolescentes, etc., dentro de un marco de respeto de los derechos humanos y de pluralismo democrático.
Había aún mucho camino por recorrer por la juventud de nuestra democracia política, pero después de aquella fecha marcada por la fatalidad, cuando muchos connacionales perseguían un cambio para mejorar, ha sobrevenido un gran desastre, que además de afectar la libertad política y nuestros valores esenciales de la persona humana, está revirtiendo lo logrado en planificación y gestión urbanística, con el crecimiento desmedido de la informalidad en los entornos urbanos, rurales y territoriales, con el aumento conspicuo del déficit de más tres millones de viviendas, la falta y suspensión continua de los servicios de agua potable, además de su mala calidad, y del suministro de electricidad; y lo peor es que nuestro paisaje urbano está cambiando bruscamente con el crecimiento inusitado de viviendas informales, ocupación de predios urbanos, invasiones hasta de áreas protegidas y espacios no aptos, derechos de vías, puentes y de edificaciones, que están generando un caos urbanístico de proporciones alarmantes, que compromete severamente el formalismo de los asentamientos poblacionales en todos sus variantes, conceptualizaciones y contenidos.
Por ello hemos traído a colación el estado floridano norteamericano, que asentado en una planicie de grandes proporciones de agua y humedales, ha logrado un incomparable desarrollo urbanístico en todos los órdenes del bienestar para sus habitantes propios e inmigrados, la mayor parte latinoamericanos; un sistema vial completo, ordenado, extenso y eficiente, con de una formalidad urbanística aún en sus barrios pobres, una red de agua potable proveniente de sus propios recursos hídricos fluviales y de grandes manantiales; logrando a la vez el dominio absoluto de las aguas saladas a través de lagos, canales, desagües, muelles etc.., ornamentados con una gran visión sistemática de arborización utilizando sus propios recursos de palmeras, pinos y jardines, con una elevada y efectiva protección de la rica fauna endógena , de la contaminación acústica y polución atmosférica, a pesar del cuantioso volumen de su parque vehicular público y privado, insignia de la cultura Norteamérica.
A ello se une la limpieza extrema de Miami, sus condados vecinos y ciudades estadales que presume y fue declarada en el 2008 la ciudad más limpia del mundo, dentro del concepto de participación ciudadana, en el acato de las leyes y de un esquema de ordenación y planificación coordinada y consensual de los diferentes niveles, estatales, provinciales, regionales, urbanas y aldeanas.
Todo este proceso de formalidad y acato, aceptado por propios y extraños, está proporcionando un nivel superior de calidad de vida no fácil de encontrar en otros lares y que debe servir de ejemplo para nuestro país que ha volteado su mirada para aplicar el mal ejemplo cubano que ha sumido a sus pobladores en un caótico modelo de carencia de recursos, déficit de todos los servicios públicos, en especial de vivienda y deterioro de esa monumentalidad histórica de edificaciones y arquitectura colonial, que apenas ha sido mejorado con programas de rehabilitación en ciertas construcciones emblemáticas para el turismo, quedando al desnudo las grandes necesidades sociales de las masas empobrecidas por el esquema estatizante de la revolución cubana.
Ojalá que, en vez de criticar el modelo de desarrollo gringo, echemos nuestra mirada hacia la experiencia del Estado de Florida; ya que de seguro vamos a aprender cómo se gestiona el bienestar de una ciudad y cómo se consiguen altos niveles de calidad de vida para los venezolanos.
Ing. Jesús González Briceño