Crear una Nación es el imperativo que nuestra sociedad demanda en estos días de crisis, nuestro territorio convertido en un lugar donde todos los antivalores tienen su asiento ha dejado de ser habitado por un grupo de ciudadanos con objetivos compartidos, para conformar una población sin la articulación indispensable para tener una visión, perspectivas y valores que conformarían la Nación. Todos los que en este país convivimos nos encontramos en una situación de indefensión, frente a un ambiente inhóspito, en el cual el orden, la justicia, el respeto a los derechos humanos, la protección de la vida y el goce aceptable de unos servicios públicos se han convertido en un deseo inalcanzable.
Ante esta terrible realidad, y frente a la posibilidad de llegar a un camino sin retorno donde la imposición del poder tenga su origen en la fuerza, en la violencia, las relaciones de convivencia girando alrededor de la desconfianza, el miedo y el sometimiento a quienes han asumido los controles de una sociedad, ya sea mediante usurpación de funciones reservadas al Estado o quienes la ejercen por mandato de grupos informales fuertemente armados, con recursos provenientes de ilícitos, todos carentes de ética cívica en forma tal, que, hoy en día no solamente nos encontramos conviviendo en una atmósfera social, política y económica enrarecida sino que, cuando esto sucede se afecta el crecimiento económico, se reduce la competitividad en un entorno globalizado, se vive en la incertidumbre y paradójicamente en un estado intervencionista pero sin capacidad necesaria para cumplir la ley o controlar la corrupción.
Es por esta razón, que hacemos un llamado a las instituciones, universidades, academias, asociaciones a unir nuestros esfuerzos. La hora de la construcción de la NACIÓN VENEZOLANA así nos lo demanda. Debemos atender dentro de la complejidad, el cómo lograr estabilidad, cómo restablecer las condiciones para que el venezolano alcance un nivel de vida satisfactorio en un ambiente donde la eficiencia, la transparencia, la eficacia sean objetivos de todas las instituciones políticas y sociales.
Estos objetivos exigen nuevas perspectivas, nuevas visiones que puedan configurar un sistema de relaciones entre el Estado y la sociedad centradas en el desarrollo humano, dentro de un contexto actualizado de hacer realidad los enunciados de los derechos, no limitados a simples declaraciones. En este orden de ideas debemos pensar sobre cuál ha de ser el alcance del Estado y sus límites, teniendo en consideración los requerimientos de instituciones legitimas necesarias para el desenvolvimiento social. El cómo reordenar las instituciones para generar los cambios, no es tarea fácil pero si puede servirnos la experiencia de los modelos aplicados a través de la historia, observar las causas de los fracasos del modelo del crecimiento en base a las exportaciones generalmente centralizadas en unos pocos productos, o el del estado del bienestar convertido en populismo, o el del estado participante en la producción a la vez como regulador y árbitro social, ampliado en el modelo de sustitución de importaciones.
Una primera aproximación basada en la eficiencia y transparencia para atender las necesidades de los ciudadanos, implica el reconocimiento de la empresa privada como institución social indispensable, con el establecimiento de reglas claras que garanticen la propiedad privada dentro de los límites establecidos.
Contacto: aipop@aipop.org / www.aipop.org Dra. Aida Lamus Valero